domingo, 24 de octubre de 2010

Agridulce ultramaraton de los andes


La Despedida


A minutos de la partida del Ultramaraton de los Andes. Lo que fue el Team Caracas Ultra Runners. El que tiene pinta de Taliban soy yo. El frio nunca ha sido mi mejor amigo.


Bárbaro. Nunca antes en la historia de este blog, ya para tres años, había publicado dos entradas en tan corto tiempo. Raro, no debe ser normal, y no lo es. De acuerdo que se haya despertado la vena literaria en mi, dormida durante 8 meses, sin embargo tengo que reconocer que no es ese el único motivo. Tal y como el titulo lo sugiere, el ultramaraton de los andes me ha dejado un sabor agridulce. ¿Porque ocultarlo?, contento por mi resultado, mi posición y el desempeño a lo largo del rudo recorrido por la cordillera de los andes, un nuevo aprendizaje adquirido, pero a la vez triste y visiblemente afectado porque esta carrera marco una despedida, no querida por mi, por el contrario prolongada hasta donde pude. No existe nada más malo en este mundo que despedirse. Las despedidas dejan una huella imborrable en nuestras vidas. Nunca se esta preparado para decir adiós a nada. Los recuerdos permanecen por siempre cuando el afecto por ese algo, persona o cosa ha penetrado en lo mas profundo de nuestras entrañas. Ojo, antes que lo piensen, no me despido del blog, procurare mantenerlo activo, seguir escribiendo es algo que me apasiona y seguirá apasionándome, así sea semestralmente, en realidad hablo de otra cosa. Para ser más puntual, me refiero a un par de amigos. Llegaron a mi vida sin mucho escándalo, casi desapercibidos, incluso con algo de desconfianza les abrí la puerta y los recibí. Tanto uno como el otro se ganaron mi confianza, y yo la de ellos, digamos que inicialmente cubrieron las expectativas que sobre ellos tenia. Poco a poco compartimos momentos inolvidables, especiales, aunque suene medio homosexual la acotación. Pero lamentablemente hay cosas que no pueden cambiar y no cambiaran, pase lo que pase. Y no tiene nada que ver con el refrán que dice "loro viejo no aprende a hablar". Como todo en esta vida que se rompe, incluso literalmente hablando, nunca, pero nunca es igual así se recomponga o repare, pero ni con pegaloca señores. Quedara una marca siempre visible, siempre un recordatorio de lo que paso, una huella, se quiera o no ver. Y muy probable esa marca a futuro provoque una nueva ruptura permanente, irremediable y aun mas dolorosa de aceptar, como efectivamente ha sucedido ahora.

No es y nunca será nada fácil reemplazar a los amigos y aunque así lo fuese, el asunto no es tan sencillo. Sentimientos como el aprecio, la amistad, la lealtad, el cariño, no se pueden ir a comprar a un supermercado así no más. Tampoco vienen en una caja de ACE. Hay, y seguramente habrá muchos otros, vamos, pero la amistad de ellos es y será irremplazable, son y serán únicos. Estuvieron justo en esos momentos de mi vida en los cuales los necesite, cubrieron mis necesidades en ese momento, cubrieron ese vacío, y me acompañaron, se puede decir que en las buenas y en malas. Se van ahora, en realidad se han ido a destiempo, poco a poco, primero uno, luego el otro. Me hubiese gustado que compartieran mas de su tiempo conmigo, la vida es así, son etapas que se superan. Poco se puede hacer cuando se llega al final de algo, a veces es irremediable la pérdida de esa bonita compañía. La resignación y tragar grueso es lo único que se me ocurre en este momento ya que el tiempo, que supuestamente cura estas cosas, es muy pero muy lento para mí gusto. No se si atrás quedaran los malos recuerdos, pero uno de ellos me hizo un daño sin igual, que reconozco no superare, es algo emocional que igualmente físicamente me afecta. Poco a poco fue maltratándome, sin yo saberlo, queriendo o no. No pregunto las razones porque se que no obtendré respuestas. Más por eso no le guardo rencor ya que lo bueno siempre compensara lo malo. Y cito todo lo anterior ya que esta carrera marco el final de dicho vinculo, después de esta, quizás, posiblemente, no mas!. Ojala dependiera de mi pero se que no es así.

Sentado en el kilómetro 32 vi llegar a algunos corredores, pero nadie sentado alegremente como yo. Cambio de planes, como que mejor no me quedo mucho tiempo aqui. Viendo el camino, no parecía muy complejo, un cortafuegos, aunque bien largo. Sin quitarme la chaqueta, el gorro o los guantes entonces partí nuevamente hasta el próximo puesto de abastecimiento. El sueño se me había quitado, así como el pequeño dolor en la nuca. La gota que derramo el vaso y una de las cosas que me hizo seguir fue que mientras estaba sentado en el puesto de control, entre las personas que llegaron se encontraba una muchacha. Una chilena, bonita, simpática, del estereotipo venezolano. No parecía corredora elite o algo por el estilo. Muy coqueta, tampoco su cuerpo era el de una corredora, es decir, definido, en forma. Parecía una muchacha normal. Pues también la vi llegar allí y comenzar a correr sin detenerse mucho tiempo. Pude observar que estaba haciendo la carrera de los 50 kilómetros. Para ese momento habían muchos corredores con el número color verde que denotaba dicha distancia. Mi número era color rojo.

Al cabo de un ratico de haber visto eso, vamos, yo también puedo correr. Comencé con un paso muy suave, alternándolo con la respiración. Estaba un tanto fría la mañana y soplaba algo de brisa. El sol aunque había aparecido no molestaba. Concentrado en cada paso comencé a alcanzar a corredores que iban caminando e incluso otros que igual trotaban, uno a uno, sin parar. En algún momento me di cuenta que se me quitaba el dolor en la parte baja de la espalda, quizá era producto de caminar. Al correr, pienso yo, se ejercitaban estos músculos. Saque un power gel y tome/comí la mitad del mismo, la otra la guarde en el bolsillo de la camisa. También tome un poco de gatorade de la botella de mi bolso. Espere que el power gel hiciera efecto, como en efecto hizo y pude sentirlo porque seguía trotandillo sin parar, también sin sudar o sudando muy poco. En algunas partes aparecían pequeñas cuestas y entonces me arriesgaba trotándolas también. La cosa estaba funcionando mejor de lo que esperaba. El camino muy amigable, una extensa pista entre tierra, arena y piedras sueltas. No me sentía sofocado a pesar de tener la misma ropa puesta con la que partí. Había dado con ese paso de crucero.

En algún momento me quite el gorro y lo guarde, no en el bolso, sino mas bien lo metí por la licra. Y seguía trotando y alcanzando gente. De inmediato supe, es mi mejor momento en la carrera, lo aprovechare. Muchos de esos corredores que me habían adelantado antes de llegar al kilómetro 32 los iba alcanzando uno a uno, y trotando. Incluso en ese momento pensaba, pero Dios, no voy tan rápido y sin embargo llevo un buen paso. Al cabo de media hora me termine de comer lo que quedaba del power gel y guarde el sobre vacío en el bolsillo de la camisa. El paisaje, plena cordillera de los andes, los andes chilenos, las montañas chilenas. Y les digo algo, a diferencia de otras carreras, donde pasaba por poblaciones rurales y civilizadas, aqui no había mas que montaña y camino. Ni un alma, ni una casita, sembradío, hato o algo que se le pareciera a la vista. Ni siquiera podía decir que eso era, como decimos los venezolanos, monte y culebra... porque monte no había, las montañas se veían peladas y rodeadas de nieve en algunas partes... y culebras con ese clima era bien difícil de ver.

Mi pensamiento enfocado en el kilómetro 44. Aunque recuerdo cuando supuestamente pase por el kilometro 39 y vi mi reloj pero no recuerdo con exactitud el tiempo que marco. Una persona en el camino, quizá de la organización, me lo indico diciéndome que me faltaban 5 kilómetros para el puesto de abastecimiento. No le creí del todo y seguí trotandillo. Seria en unos 35 minutos mas que llegaría al puesto de abastecimiento. Pero unos trescientos metros antes de llegar vi nuevamente aquella muchacha que había visto en el kilómetro 32 y que presumí era chilena. Y por supuesto, haciendo gala de lo que me hace venezolano, y aun sabiendo que era chilena, coño, faltaba mas, podía ser argentina, le pregunte: ...hola, ¿eres chilena?, ella sonriendo me dijo que si... era de esperar, obvio!. Le pregunte, ¿como te llamas? y me dijo Katherine... eso si que no era tan obvio. Yo Jesús, le dije y allí mismo le dije: eres una chilena muy bonita y simpática... y muy muy buena corredora (lo ultimo, aunque era evidente, era básicamente para tapar el halago, típico de nosotros los venezolanos)... ella soltó una carcajada, volvió a sonreír y me dijo... tu también..., no lo de bonito y simpático, sino lo de buen corredor, entendí... Yo le respondí,... yo no soy chileno y tampoco buen corredor... y ella me dijo algo así como que ... si pero eres venezolano... Para ese momento ella había visto en mi bolso la bandera de mi país, porque aunque intercambiamos algunas palabras nunca me detuve, por el contrario seguí trotando hacia el puesto de abastecimiento.

Cuando finalmente llegue, trotando, al puesto de abastecimiento, saque el pasaporte para que lo marcaran, dije mi número y llene el envase de gatorade de mi bolso con vasos de gatorade de la mesa. Comí un par de duraznos deshidratados, un par de barras de chocolate y un sorbo de agua. Cuando mostré mi numero, el 8100, y su color rojo rojito, algunos se sorprendieron que llegara trotando al puesto de control, incluso uno de ellos me dijo, se te ve muy bien!... Cuando estaba a punto de salir hacia el próximo punto llego la simpática muchacha chilena, coño, es que tienen que verla para que me entiendan. En realidad en Chile no es común ver una muchacha así y claro, una semana en Chile... para uno en Caracas es normal el asunto. Sin duda, cuando se va al exterior, a otro país, uno se da cuenta que Venezuela es el país de las mujeres bellas y esa belleza se extraña... Por supuesto que no dudo en Chile habrá muchísimas mujeres similares. Y como yo siempre he sido muy entrepito y salio… La chica muy simpática terminaría en poco más de 7 horas su carrera de 50 kilómetros, su padre y su pareja la acompañaron los metros finales a la meta, a la que llego a las 12 con 37 minutos de la tarde, quedando 5ta entre las mujeres. Muy meritorio, nadie dijo que es fácil correr 50 kilómetros.

Como fuese, y después de despedirme de tan simpática chilena, seguí mi camino, tal y como venia haciéndolo hasta ese momento, trotandillo. A lo lejos se podía ver el camino, incluso se podía ver como se atravesaban pasos con nieve a los bordes y no uno ni dos, sino varios. El camino empezaba a tornarse muy pedregoso, muchísimas piedras planas sueltas, justo por donde pasaba la nieve, es de imaginar, un glaciar derritiéndose arrastrando todas esas piedras que llegaban allí. Pisaba con cuidado sin bajar el paso. Llegue a tocar nieve por no dejar e incluso le pedí a una persona me tomara una foto, lo hizo, me dijo su apellido pero lamentablemente no lo recuerdo. También por ese trayecto había otra persona, es posible que de la organización, tomando fotos oficiales. Le pegue un grito a lo lejos: heyyy, tómame una foto!!!!, el señor me enfoco y “presuntamente” la tomo, aunque no la he visto publicada en algún sitio…Ya era poca la cantidad de personas que me encontraba en el camino. En el puesto de abastecimiento del kilómetro 44 había dejado un grueso de corredores. De vez en cuando volteaba y los veía a lo lejos, recorriendo el camino por el que hacia minutos yo había pasado. Si recuerdo un corredor, un señor, bastante mayor, que competía en los 50 kilómetros, que me seguía muy de cerca, al que alcance y con un tono algo obstinado me invito a que lo pasara cuando le llegue muy cerca. Sin embargo se fue detrás de mí y no como otros que dejaron que me fuera sin ofrecer resistencia.

Con este señor estuve un buen rato. Me ofreció agua de su envase cuando vio que sacaba otro power gel y lo consumía, solo la mitad para ese entonces. Le recibí el agua y tome un par de veces de su envase. Me pidió que le sacara un power gel de un bolsillo de su bolso, así lo hice y se lo entregue, este lo comió y seguimos trotando. Todo esto lo hicimos sin detenernos. Creo que el señor me vio como un gancho. Me voy con este carajo para que me hale, pienso yo que pensaría. Fue uno de los muy pocos que estuvo a mi espalda casi que por un trayecto completo de un puesto a otro. Llegamos casi juntos al kilómetro 52, donde me detuve unos 5 minutos a sacarme las piedras de los zapatos y digamos que como parada técnica para supuestamente afrontar “los últimos 28 kilómetros de pura bajada”. Cuando llegue había un numeroso grupo allí, tanto de 50 como de los 80 kilómetros. Sin embargo cuando llegue estos casi que partían. Tome lo mismo de siempre: agua y gatorade. Comí almendras y avellanas así como duraznos deshidratados. Aprovechando que vi una persona tomando fotos del paisaje le pedí me tomara una, vi su numero, 8086, se llama Sergio Furlan, y le indique que lo buscaría luego. El tomo la foto mientras estaba sentado y creo que siguió su camino.



La foto que tomo el señor Sergio Furlan mientras me quitaba las piedras en el kilometro 52. Amablemente me la envio por Facebook, muy bonito recuerdo de cuando estuve por alli.

Incluso el señor que me había acompañado estuvo muy poco tiempo en el puesto de control. Me invito a partir con el, dijo algo así como que no me durmiera, que siguiera, que no me achantara, algo así quiso decir. Yo le indique que ya me levantaría. Me puse el gorro, hasta ese momento no lo tenía puesto, también los guantes que en algún momento me los quite. Aparentemente nos acercábamos al punto más alto de la carrera, a según 2600 msnm, y nos esperaba, según una persona del puesto de control, una muy empinada y corta subida. Sin mucho tapujo y sin alguna molestia mayor, de hecho ninguna molestia hasta ese momento, me levante y comencé a subir. La pista forestal había desaparecido hacia un buen rato. El camino era un sendero angosto y comenzaba a aparecer algo de vegetación en la montaña. Ese tipo de vegetación de páramo, pequeños y cortos arbustos.
A lo lejos veía un gran grupo de corredores subiendo por el empinado camino. Me estaba pegando en la madre. No se comparaba con la subida de Cachimbo, pero estaba allí... en algunos trayectos del sendero bajaba una quebradita de agua, que me vi tentado a mojar las manos, no lo hice y me arrepiento. Agua que venia seguramente de un glaciar derritiéndose mucho mas arriba. Y mientras subía me acercaba mas y mas al grupo de corredores en fila india. Para ese momento se habían desgranado. De ultimo iba una corredora a quien alcance creo que casi llegando a la cima. Miento, llego primero que yo, pero a los poco metros la alcance y pase justo en una parte plana, ya para empezar a bajar. Se le veía muy cansada, agotada y no era para menos. El camino, imagínense bajar del pico oriental a la silla, algo similar aunque mas abierto. Comencé a bajar, poco a poco, se que soy bueno bajando, trotandillo, a un paso firme. Alcance a un corredor, luego a otro y así sucesivamente. Alcance al señor que me había acompañado un buen rato y este me miro sabiendo que haría justamente lo que estaba haciendo, por eso no me preocupe en salir con ellos cuando me invito. De inmediato supo que alcanzaría a todos en plena bajada que nunca terminaba. Después que los había pasado, incluida una corredora más, voltee a verlos. De verdad que soy bueno bajando, para la distancia y tiempo que me llevaban.

Solo quedaba una persona a la vista delante de mi, Manuel. La primera impresión que me dio fue que era un gordito, nada parecido al prototipo de un ultra corredor, si es que los ultra corredores tienen algún prototipo. No estaba cerca, aun cierta distancia nos separaba. El camino a la distancia era visible y después de el si que no se veía era a nadie mas en el camino. Es decir, como que la pasadera llegaría a su final. Había que seguir apretando, pero esta vez sin un motivo a la vista. Al cabo de algunos minutos alcance a Manuel, lo pase y seguí mi camino. En un par de veces voltee a verlo y seguía muy cerca, no como los demás que al cabo de un rato desaparecían del camino. Sabia que seria un hueso duro de roer, por lo que procure apurar el paso en la bajada, mi fuerte. Como he dicho otras veces, si lo he alcanzado es porque voy más rápido, así que a aprovechar lo que quedaba de bajada.

Mientras mas bajaba incrementaba la vegetación. Ya era un bosque al cual ingresábamos, matorrales, el camino incomodísimo para correr con soltura, hacia lo que podía hasta que casi de la nada llegue al próximo puesto de control, no recuerdo que kilómetro era, si es que tenia algún letrero que lo indicaba. Justo en ese punto se dividían las carreras de 50 y 80 kilómetros. La primera tomaba hacia la izquierda y la que me correspondía hacia la derecha. Sorpresa, pensé que seria la misma ruta, al parecer no era así. De ahora en adelante a quien consiguiera en el camino seria impelablemente de los 80 kilómetros. Un corredor estaba en el puesto de abastecimiento cuando llegue, tomaba agua o gatorade. No supe reconocer de que categoría era, sin embargo apenas llegue, tome algunos trozos de naranja, tome agua, gatorade también y seguí. Fue el puesto de control en el que estuve menos tiempo, quizá menos de un minuto. Salí como peñonazo e loco para adelantar al corredor que vi allí, sin tener certeza de saber a que categoría pertenecía. Además, sabía que Manuel, aunque tenía rato que no lo veía, venia cerca.

La bajadera ceso. El camino, bastante plano, hacia la izquierda, me era familiar. Un lugar donde pastaban animales, caballos y vacas principalmente. Por supuesto que mierda de vaca o caballo por doquier, también su olor. Sucede que el día martes, recién llegados a Santiago, decidimos aventurarnos a hacer la primera parte de la carrera, digamos que los primeros 23 kilómetros, solo un fugaz reconocimiento por no dejar. Ese era el plan y así lo hicimos. El detalle es que nos perdimos ese día, no conseguimos la ruta, no estaba señalizada para ese momento y no sabíamos a ciencia cierta por donde era la cosa. Toda la mañana hasta el medio día se nos fue en ese plan. El día miércoles intentamos nuevamente hacerla. Esta vez hablamos con el organizador y este nos dijo más o menos por donde era la cosa. Al parecer, como inicialmente la ruta pasaba por propiedades privadas, les era imposible poder marcarla hasta un día antes de la carrera. Asi nos lo hizo saber, sin embargo nos dio una ruta alterna para luego empalmar con la ruta real. Asi lo hicimos, bien temprano ese miércoles y nos volvimos a perder, esta vez mas feo ya que estábamos un poco "desubicados" en la montaña. 4 o 5 horas de entrenamiento habíamos invertido ese día, bien invertidas trotando, corriendo y caminando un buen rato mientras veíamos a lo lejos las montañas, los andes chilenos, nublados y con bastante nieve. A pesar de ello, llegamos a hacer parte de la ruta, la que me era familiar cuando deje el último puesto de control.

Me sorprendió un par de subidas, un tanto empinadas, y un camino llano en el cual había que esforzarse para trotar. Entonces comencé a preguntarme si era cierto eso que .. y que ... los últimos 28 kilómetros eran puro bajando. Cada minuto me convencía más y mas que la cosa era una gran mentira. Ya atravesaba senderos boscosos, quebradas, riachuelos. Seguía con mi trotecito rendidor. De repente una gran subida, bastante empinada y al final, bien al final de la misma, arriba, se podía ver una persona de apoyo logístico, es decir, algo como un puesto de control. Y no es que era una subida normal, la cosa era bastante empinada y en ese momento, con nueve horas en las piernas, pegaba en la madre. Y para completar, a mitad de subida voltee y vi, no tan lejos, a Manuel, en dirección al riachuelo en el cual hacia pocos minutos me había detenido, llenado el envase, tomado agua y perdido, esta vez si perdidos, un par de minutos.

Cuando llegue a ese supuesto puesto de abastecimiento y vi un letrero gigante con el numero 61 me dio indignación, pensé que seria el 67 por lo menos. Había un largo muro de piedra, algo que seguramente fungía como una separación, bien para que no pasaran animales o bien como para que "no pases que esta mierda es mia". Y me pregunte, mierda, ¿aun me faltan 20 kilómetros para llegar?, que bolas!. A la persona que estaba allí le pregunte, y reclame también, si no había un error en el marcaje del kilometraje. Se rió un poco. Estuve un par de minutos allí y luego de pedirle agua de una gran garrafa, seguí un poco confuso y decepcionado. Nuevamente una bajada, con muchas piedras sueltas, muchas ramas. En Chile hay una matica, que abunda en esos lugares, es espinosa, se ve bonita, pero apenas te toca te rasguña... había un sin fin de ellas por todo ese camino, me consta. Y me seguía siendo familiar el lugar, el cual en tramos camine por ser muy dificultoso correr hasta que, cuando menos lo espere, apareció un camino de tierra en dirección como a una especie de club y campo de golf, lugar en el cual también habíamos estado días anteriores cuando nos perdimos haciendo la ruta.

Luego el camino empalmaba con una calle asfaltada, la cual también corrí, un terreno que los pies siempre agradecen, imagino por la uniformidad que se consigue al pisar. La calle asfaltada subía un tramo, luego bajaba hasta la entrada de lo que era ese club, en medio de la montaña, y a un lado, por allí escondido, en las mismas instalaciones del club, estaba un puesto de control, el del kilómetro 67. Llegue, me quite los zapatos y las medias y comí lo mismo que había venido comiendo, las naranjas, el gatorade y el agua. Mientras estaba en el proceso de limpiar de piedras mis pies, llego Manuel. No me apure en prepararme para salir, este carajo venia duro, estuvo poco tiempo y salio. Coño, claro, el conocía la ruta, además, faltaban 17 kilómetros solamente. Con resignación lo vi alejarse, mientras permanecía sentado emperifollándome y viendo que no muy lejos venían dos corredores mas por aquel camino de tierra, a punto de comenzar a correr en la calle asfaltada. Uno de ellos otro Francés.

Me levante, me despedí de las personas allí y camine unos metros. Luego comencé a trotar, aun veía a Manuel, alejándose cada vez más. En principio se tomaba por una calle de tierra, bajando, luego una desviación a mano derecha nos invitaba a tomar nuevamente por un sendero. Adopte una vez mas mi trotecito suave y veía como me acercaba a Manuel, quien alternaba el trote con la caminata. Finalmente lo alcance mas rápido de lo que pensé. Lo aborde. Le pregunte como se llamaba y conversamos un rato. Me dijo que había hecho la carrera el año anterior, terminándola en 14 horas. Que este año iba por las 11 horas y 30 minutos, que era posible, aunque no le importaba la posición en que llegara. Me pareció buen tiempo el que se planteaba, por lo que decidí seguir a su lado un rato a pesar de poder pasarlo. También me dijo que se estaba guardando para los últimos 6 kilómetros, que esos si eran bajando. Solo eso conversamos en ese momento, después seguí mi trotecito y me aleje un poco, no tanto. El camino se había tornado un tanto árido, despejado, hacia sol, aunque no hacia calor. Dos o tres pendientes aparecieron en el camino, de ellas la última de puta madre, si que era bien jodia, tanto así que Manuel, a quien le había sacado algo de distancia, se me acerco notablemente. Al final de la misma una persona, indicando que allí cerca, a 20 minutos, se encontraba el puesto de abastecimiento. Y casi la pega, después de ir bajando por ese lapso de tiempo, me tope con el toldo del puesto de control y abastecimiento del kilómetro 74. Un poquito antes de llegar y a un lado del camino, estaba acostado un corredor. Al acercarme me dijo que tenía un calambre, yo le dije, vamos, ya no falta nada hermano!. También me dije, el comodín del “uno menos”. Me dijo que esperaría un poco a que se le pasara. Si perdí 10 segundos en eso fue mucho. Posteriormente este corredor llego a la meta, en poco más de 12 horas e incluso pudo reconocerme sentado en la grama donde estaba, me saludo y conversamos un rato. El resto ya lo conocen, poco que decir, solo que me quite la chaqueta roja y la acomode en el bolso y llegue a la meta con mi usual uniforme. El gorro y los guantes hacia rato me los había quitado y guardado también. Lo que si lamento es que nadie me haya tomado alguna foto en la llegada, hubiese sido un bonito recuerdo, aunque no era algo que esperaba, presumía sucedería eso. Finalmente y con similar pisotón que di a la alfombra al iniciar la carrera, finalice mi participación en el ultramaraton de los andes 2010.
 

No dejare inconcluso el tema de la despedida y de la amistad, ha llegado el momento del adiós, pues ese es el titulo de esta entrada. Adiós amigos, gracias por acompañarme durante estos dos años. Gracias por llevarme a ser finisher en mi primer ultramaraton de montaña, los 70 kilómetros de Carros de Foc en el 2008, cuando nos aventuramos y éramos unos novatos llenos de ímpetu y energía, a ser finisher en los 70 kilómetros de Le Porte di Pietra del año 2008 con poco entrenamiento y muchas botellas de vino, a ser finisher, a pesar de causarme uno de ustedes una tendinitis en el pie derecho, en el Ultra Trail du Mont Blanc 2009, uno de mis mayores logros deportivos y finalmente a ser finisher en este ultimo de gran aprendizaje Ultramaraton de los Andes 2010. Discúlpenme por hacerlos a un lado en el ultramaraton de los 123 kilómetros de la Transgrancanaria 2009. Con ustedes recorrí todos esos lugares, recorrimos muchos kilómetros, nunca me defraudaron, estuvieron conmigo en los momentos más difíciles, también en los más felices. Compartimos cualquier cantidad de climas, cualquier cantidad y tipos de camino. Y como el agradecer y felicitar son gestos faciles de reflejar, pues no me queda mas que darles gracias y felicitarlos por tan excelente trabajo durante estos dos años. En este momento no pueden dar mas de lo que les pido pero, a pesar de ello, me siento muy orgulloso de ustedes. Y aunque ya no formaran parte de mis aventuras porque me veo obligado a reemplazarlos, los recordare siempre, fueron y seguirán siendo los primeros.



5 comentarios:

Jesus Hulett dijo...

...nojodas!!!, tan mal escribi que ni un comentario?, y despues se quejan que casi ni escribo!

fotosbikesport dijo...

Epale pana, estuvo bueno el cuento, y no lo había leído por falta de tiempo, pero me hiciste recorrer esos senderos..
Felicitaciones por terminarla..
Sigfredo..

Gersi Tarazona dijo...

Fino pana que bueno leer de nuevo las cronicas de Narnia y recordar los cerca que estuve del ultimo lugar y lo cerca de perder mis dos puntos sin embargo a punta de pundonor y no de entreno pude terminar y sumar los 5 puntos para la loca loteria donde la gloria se gana a punta de mas y mas sufrimiento. Felicitaciones por el buen resultado.

Luis Pinto dijo...

No se lo pierdan!!! Próximamente …. Nuevos capítulos de las extrañas relaciones de Jesús con sus amig@s.

Protagonistas: Miss Raidligth, Mr. Hidropack…..y todo un elenco de estrellas

Je je

CarolinaMorales dijo...

Buena travesia leer tus anécdotas, siempre se disfruta de lo que nos gusta. Felicidades !